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lunes, 9 de junio de 2014

Los Montes de Málaga, historia breve.

Los montes de Málaga están formados por un sistema de sierras bajas, que no suelen superar los 1.000 metros. El pico de La Cresta de la Reina alcanza los 1.030 m. Los Montes de Málaga supone una zona bastante mayor a lo que corresponde al parque natural del mismo nombre. A grandes rasgos, el parque natural ocupa la vertiente oriental (este) del entorno, que se continua con la Axarquía, quedando la zona occidental fuera del entorno protegido, pero que comparte la misma fisionomía, ecología, geología e incluso cultural. Esta zona oeste se corresponde con la zona serrana de municipios como Almogía, Cártama, Pizarra y Álora, además de Casabermeja, Colmenar y otros municipios de tránsito a la Axarquía (Rincón de la Victoria, Totalán, Comares, El Borge y Riogordo).

Almogía.
Geológicamente esta zona se corresponde especialmente con materiales maláguides, que son sedimentarios o con escaso grado de metamorfismo (margas, calizas, grauvacas, filitas y esquistos) a excepción de una ventana alpujárride que aparece entre Cártama y Almogía, en las inmediaciones del Cerro Santi Petri, donde afloran gneises y esquistos con alto grado de metamorfismo, ricos en granates y andalucita. Al norte, camino de Villanueva de la Concepción y Antequera contactan con materiales terciarios alóctonos (unidades tectosedimentarias del complejo flysch del campo de Gibraltar del Eoceno y Oligoceno) constituidos por materiales claros, ocres y anaranjados, margosos y arcillosos mayoritariamente, y arenosos por zonas. Al oeste el contacto se produce con estos mismos materiales (pizarra, Álora y parte de Cártama, con otros terciarios más recientes y más oscuros de naturaleza arenosa y de conglomerados (molasas bioclásticas del Mioceno) en Pizarra y Álora, y en Cártama también con otro material arenoso y margoso, muy rico en fósiles (se corresponde con un arrecife de coral fosilizado del Plioceno) de naturaleza amarillenta. Al este el contacto s eproduce con los materiales alpujárrides (esquistosos y calcáreos) que forman las altas sierras de la Axarquía (Tejeda y Almijara).

Álora y las areniscas oscuras de El Hacho.
Toda esta zona ha sufrido históricamente severos procesos de deforestación por tres motivos principales:

1.      Los astilleros de Málaga, que produjeron multitud de barcos de madera.
2.      El uso de la madera como combustible.
3.      El cultivo de secano, que aclaraba los primigenios bosques de encina y alcornoque, por dehesas, almendros y olivares. Cabe destacar en este apartado los cultivos de vid, que debido a la plaga de filoxera fueron arrasados, quedando las tierras baldías. Esto fue especialmente grave en Cártama donde ya no se recuperaron la mayoría de las viñas, quedando casi como testimonial la obtención de los caldos típicos de Los Montes.


Durante los años 50 y 60 se realizaron unas reforestaciones masivas en la provincia de Málaga, entre las que se encontraron las que querían prevenir las avenidas de lodo que arrasaban los barrios de la capital al borde del río Guadalmedina. Esto explica las grandes plantaciones de pino (carrasco principalmente) que ocupan la mayor parte del PN Montes de Málaga y por qué la zona occidental quedó fuera de estas reforestaciones (la densidad de población no hacía urgente el asunto).

Almendros, olivos y zonas boscosas.
En cuanto a la climatología, domina el clima mediterráneo semi-seco (entre 400 y 600 mm anuales) y en las zonas más altas, al norte, subhúmedo y húmedo (entre 600 y 900 mm anuales). El régimen de torrencialidad es muy acusado y la mayor parte de la precipitación se concentra en unos pocos días, especialmente entre los meses de diciembre a marzo, aunque al final del verano puede producirse el fenómeno de la gota fría, que concentra una gran cantidad de lluvia es uno o dos días (hasta un 30% de la precipitación anual). Destaca el verano muy seco (de junio a septiembre) y caluroso (más fresco cuanto más cerca de la costa, y en las zonas altas y de umbría se refresca, especialmente por las noches).
La principal manifestación cultural en esta zona son los verdiales, un canto ancestral, que se remonta al parecer a antes de la invasión romana, así como las fiestas relacionadas con las cosechas y la gastronomía relacionada con los productos típicos (almendras, higos, aceitunas) y el uso del palmito para realizar utensilios agrícolas.

Bosque de galería.
Los bosques que deberían aparecer (si no fuese por las deforestaciones y las reforestaciones de pino) deberían ser:
-Coscoja, encina, algarrobo y palmito. En zonas más bajas, secas y calurosas.
-Encinar. Suelos calizos porfundos.
-Alcornocal. Suelos ácidos (esquistos) porfundos.
-Quejigal (Q. faginea) en zonas altas, donde se superan los 800 mm anuales y en umbría (mirando al norte en las cañadas).
-Adelfar en arroyos y ramblas.
-Bosque de galería en los cursos de agua permanentes (alisedas).

-Acebuchal en los suelos más arcillosos (arcillas del complejo del Campo de Gibraltar).

miércoles, 4 de junio de 2014

Senderismo en Carratraca: Sierra de Aguas.

La zona oeste de Carratraca (hermana de la zona Este, Alcaparaín) tiene una enorme complejidad geológica, determinante en la configuración de un paisaje espectacular. Además, hay que tener en cuenta las peculiaridades climáticas del entorno.

Sierra de Baños y al fondo el altiplano de Guadalteba.
Carratraca se sitúa en la falda de la Sierra de Baños, que se extiende hacia el norte, y al oeste se sitúa la Sierra de Aguas, entre las que se sitúa una cañada recorrida por los arroyos de Las vacas y Los Pradillos, ambos que vierten hacia el Arroyo de las Cañas, que discurre en busca de los llanos de Pizarra y el Guadalhorce.


Desde Carratraca hacia el Sur. La Sierra de Aguas y al fondo la Sierra de Mijas.
La Sierra de Baños es muy peculiar geológicamente. En ella contactan dos unidades geológicas diferentes, el complejo dorsaliano, representado por mármoles blancos sacaroideos (similares a los de Sierra de Mijas, quizás ahora entendáis un poco mejor porqué esta zona quedó fuera del PN Sierra de las Nieves) y el complejo alpujárride, representado por materiales esquistosos (gneises bandeados con cuarcita). Los mármoles sacaroideos tienen un gran rendimiento en acuíferos, mientras que los neises son más impermeables.

Zonas de escasa vegetación, retamares, que deberían estar ocupadas por alcornoques, coscojas, enebros...

Los pinares de reforestación cubren amplias zonas de la sierra.
La Sierra de Aguas se conforma en su mayor parte por rocas ultrabásicas, pertenecientes al gran plutón peridotítico malagueño, que por lo común se asocia a materiales alpujárrides. Estas peridotitas aparecen muy metamorfizadas y alteradas (Lerzolita, Harzburgita y dunita piroxénica) rocas oscuras en superficie por la alteración y verdes en el interior. Estas rocas son ricas en metales y se asocian a recristalizaciones, entre ellas de azufre, que otorga un olor característico a las fuentes y sabor amargo a las aguas.

Los retamares se apoderan d elos cultivos de secano muchas veces abandonados, como los almendros. Al fondo Alcaparaín.
Simplificando muchísimo lo que ocurre, podemos entender que los mármoles sacaroideos infiltran el agua, que contacta con los gneises y las rocas ultrabásicas, alterando su composición y diluyendo metales y azufre. En el propio municipio de Carratraca existe una fuente amarga, con uso medicinal, que confiere un característico olor a todo el barrio. Otras fuentes son de aguas “dulces”, ricas en carbonatos.

Esta complejidad geológica tiene unas consecuencias fundamentales sobre la vegetación. Tanto mármoles sacaroideos como rocas ultrabásicas son desviantes para la vegetación y sobre ellas se desarrollan comunidades vegetales diferentes a las que cabría esperar en relación al clima.

Molinos de Viento en Sierra de Aguas, víctima de la burbuja de las renovables. Un impacto visual inmenso.
Sobre los mármoles sacaroideos que hacen cumbre a los 729 metros deberían crecer encinares con una vegetación rica en endemismos, semejante a la que aparece en Sierra de Mijas.

Sobre las rocas ultrabásicas (peridotitas y afines) debería aparecer una comunidad autóctona de pino resinero (Pinus pinaster).

Sobre los materiales esquistosos y los gneises debería aparecer un alcornocal.


Adicionalmente, en los ricos, aparecería una comunidad autóctona de pino carrasco (Pinus halepensis) y de sabinas (Juniperus thurifera).

Todas estas comunidades en su mayoría han sido desplazadas por cultivos de secano, por la tala, los incendios, y han sido sustituidas mayoritariamente por reforestaciones de pino carrasco.

Los pinos dejan entrever Alcaparaín, la sierra hermana de Aguas que también presenta los codiciados mármoles sacaroideos.

Robles (Quercus) malagueños.

Los quercus son los árboles dominantes en la mayoría de ecosistemas malagueños. Forman las comunidades climáticas, es decir, cuando las condiciones ecológicas no sufren ningún tipo de desviación (ya sea edafológioca, geológica, geográfica o hidrológica). La provincia de Málaga posee poblaciones autóctonas de 7 especies de robles. Cada especie se ha especializado en un nicho ecológico específico, siendo la coscoja la especie más resistente adaptada a condiciones más duras en cuanto a la humedad ambiental y otras como el quejigo de alta montaña que sorprenden por lo especializado de su hábitat y la poca flexibilidad a la hora de colonizar otros lugares.




Encina. (Quercus rotundifolia)
La encina puede estar presente en toda la geografía malagueña (o andaluza). Prefiere suelos calcáreos aunque también se adapta a suelos ácidos y soporta un amplio rango de humedad. Prefiere suelos profundos aunque también se presenta en suelos poco desarrollados donde no alcanzará la talla óptima. Habita desde el nivel del mar hasta las alturas cercanas a los 1.200m, si bien, a estas alturas no llega a formar masas compactas. La encina es perenne. Su hoja es dura, más o menos amplia en función de la sequedad ambiental y con espinas en el borde. La bellota es grande muy apreciada como alimento. Soporta las sequías.
Su hábitat preferente son las solanas. En zonas de umbría, en especial a partir de cierta altura, es desplazada por los quejigos o los pinsapos. De no ser por la deforestación ocuparía la mayor parte del territorio malagueño, formando amplias masas boscosas. Actualmente las masas de encina más importantes se encuentran adehesadas.

Alcornoque. (Quercus suber)
El alcornoque es el equivalente a la encina sobre suelos silíceos (ácidos) aunque es más exigente que ésta en cuanto a condiciones de humedad y de suelo. En condiciones de poca precipitación es desplazado por la encina, a pesar de que los suelos sean ácidos. Por otra parte, el aprovechamiento industrial de su corteza lo ha convertido en un cultivo y su distribución se ha potenciado, ocupando hoy día zonas que no le son óptimas del todo, como ocurre en amplias zonas del PN Los Alcornocales, lo que está detrás de la sensibilidad a enfermedades.
El óptimo del alcornoque se sitúa sobre suelos ácidos y una precipitación alrededor de los 600mm al año o superior, en una zona no demasiado alta donde los inviernos son suaves (heladas escasas). En condiciones más secas lo desplaza la encina y en condiciones más húmedas o más altas (donde las heladas son más frecuentes o incluso aparece nieve) lo desplazan los quejigos y los pinsapos.
Las litologías sobre las que se desarrollan los alcornoques son sobre los materiales esquistosos, los materiales flysch (margosos y arenosos muy silíceos) y materiales sedimentarios silíceos (en la provincia la mayoría de los materiales tienen una naturaleza carbonatada).
Forma grandes masas forestales adehesadas en el oeste de la provincia (sobre los materiales de las unidades del campo de Gibraltar, como las areniscas del aljibe) Es un árbol perenne de bellota grande muy apreciada.

Coscoja. (Quercus coccifera)
Las coscoja raras veces llega a alcanzar un verdadero porte arbóreo, por lo general crece como matorral y puede llegar a formar masas vegetales muy compactas y espesas. Crece en zonas con precipitaciones escasas sobre cualquier tipo de suelo, en zonas con poco suelo y elevada pendiente, sobre suelos salinos (con yesos) y conforme el suelo se hace más rico en arcillas es desplazada por el acebuche.
En la provincia de Málaga debería ocupar amplias zonas del valle del Guadalhorce y la Axarquía. Es sensible a las heladas y muy resistente a las sequías. Es perenne y su bellota es pequeña, apreciada por la fauna silvestre.

Quejigo basófilo. (Quercus faginea)
El rebollo crece sobre las sierras calizas malagueñas a partir de cierta altura (800m aunque depende mucho de las condiciones de humedad). Es una especie muy exigente que requiere precipitación abundante (superior a los 800mm al año) y suelos profundos. Prefiere las zonas de umbría. No llega a formar masas únicas, más bien son bosques mixtos. Compite con el pinsapo, que lo desplaza en zonas con elevada pendiente y escaso desarrollo edáfico. Es de hoja caduca y su bellota es pequeña.
En la actualidad sus poblaciones se encuentran muy dañadas debido al pastoreo y la explotación maderera (han sido talados para dejar paso a los pastos en las montañas). Seguramente de no ser por esto ocuparía zonas más amplias que en la actualidad y sí que llegaría a formar masas forestales compactas en las sierras altas de la serranía de Ronda y en la Axarquía, siempre sobre suelos calizos (aunque también tolera suelos ácidos y habita también suelos originalmente básicos que debido al intenso lavado que sufren se vuelven ácidos). Su óptimo se encontraría en la cara sur de la Sierra de las Nieves y las sierras calizas del oeste de la provincia, donde hay abundante precipitación y suelos básicos.

Quejigo de alta montaña. (Quercus alpestris)
Es una especie relacionada con el rebollo. Es un endemismo malagueño, presenta solamente en el PN Sierra de las Nieves donde presenta dos únicas poblaciones muy envejecidas. Debió formar un bosque espeso en la antigüedad, pero hoy día se encuentra adehesado para dejar paso a los pastos. Habita por encima de los 1.700m en una zona de clima húmedo-hiperhúmedo, que llega a recibir más de 1.200mm anuales de precipitación. Es caducifolio y pasa gran parte del invierno expuesto a la nieve y el hielo, por lo tanto, su periodo vegetativo está bastante limitado y su crecimiento es aún más lento que el del resto de especies. Tolera suelos con escasa capacidad de retención de agua, que a pesar de la abundante precipitación, llegan a presentar condiciones xerófitas.
Los grandes ejemplares que aparecen en el quejigal de Tolox superan con facilidad los 400 años.

Quejigo acidófilo. (Quercus canariensis)
El roble andaluz habita la parte marítima oeste de la provincia, sobre suelos ácidos y zonas con abundante precipitación (desde Cortes de la Frontera hasta Marbella) en zonas de media montaña entre 400 y 1.000m (es sensible a las heledas). Por encima de ellos crecen robles melojos y quejigos rebollos (que toleran también suelos ácidos) y los pinsapos. Sus poblaciones se encuentran en retroceso. En zonas más bajas y marítimas sufre competencia con el pino piñonero y el alcornoque.
Crece sobre los mismos materiales que el alcornoque pero en zonas de mayor precipitación y de inviernos suaves. Se comporta como planta perenne o caducifolia dependiendo del año. Es raro que pierda todas las hojas en invierno.

Roble melojo. (Quercus pyrenaica)
El melojo hoy día solo forma masas compactas en la Sierra Real, al sur del PN Sierra de las Nieves (Istán y Benahavis). Antiguamente debió colonizar otras muchas zonas pero las talas lo han terminado recluyendo. Precisa zonas con abundante precipitación y humedad, umbrías, por encima de los 1.000m. Compite con pinsapos y rebollos. Forma bosques mixtos con estos y con otras caducifolias.
Algunas zonas de la geografía malagueña aún conservan el nombre de robledal, aunque ya estos árboles a pensar estén presentes.

Como nota final recordar la enorme riqueza ambiental que presenta la franja de sierras litorales malagueñas, en especial desde Casares hasta Marbella, sin menospreciar la Sierra de Mijas, y el escaso grado de protección que presentan. Espero que la declaración de Sierra de las Nieves como parque nacional amplíe la zona de protección y todas estas zonas queden protegidas.


Mencionar para concluir que estas especies hibridan, pero en los nombres de los híbridos ya me pierdo por completo.



miércoles, 28 de mayo de 2014

Importancia de la educación ambiental en la formación de la identidad personal.

He publicado una entrada en el  blog Proclaes.es sobre la importancia de la educación ambiental en la formación de la identidad personal.

Proclases.es  es un proyecto educativo muy interesante y novedoso que os animo a visitar.




viernes, 23 de mayo de 2014

Senderismo en Guadalteba: Aguas salobres.


En esta entrada voy a intentar explicar el motivo de la existencia de aguas saladas en la provincia de Málaga, especialmente en las comarcas de Guadalteba y Antequera.

En la provincia de Málaga existen dos importantes masas de agua salada y en la existencia de ambas tiene algo que ver la mano humana. Por una parte el embalse del Guadalhorce, que recibe los aportes de aguas hipersalinas del manantial de Meliones así como de arroyos salados, y por otro la laguna de Fuente de Piedra, que tiene un origen natural pero ha sufrido importantes modificaciones por parte del hombre para favorecer la evaporación y aprovechar la sal.

El origen de la salinidad que presentan estas aguas del noroeste de la provincia de Málaga se encuentra en el llamado Trías de Antequera. Durante todo el triásico el borde de la placa Ibérica, dentro del mar de Tetis (Thetys), debió formar una especie de laguna salada somera, que se quedaba aislada del océano por épocas hasta llegar a secarse, produciéndose precipitación de sales. Estos episodios se alternan con épocas de depósitos calcáreos, que evidencian episodios de inmersión-emersión. El resultado es la paulatina acumulación de capas de arcillas, margas y brechas ricas en yesos o directamente de gruesos depósitos de yesos.

Estas capas ricas en yesos de edad triásica dan paso a materiales eminentemente marinos, especialmente calcáreos, durante el mesozoico, hasta el origen de la orogenia alpina, momento en el que los materiales sufren algunos episodios de deformación, se pliegan, y se favorece la aparición de cuencas sedimentarias continentales en las que se depositan materiales del terciario (mioceno) que también pueden llegar a acumular yesos que tienen su origen en materiales más antiguos.

El manantial de los Meliones tiene su origen en un karst sobre yesos que alcanzan un grosor importante, y que configura una compleja red de manantiales que alimentan a varios arroyos y terminan vertiendo al río Guadalhorce. Se acumulan en el embalse del Guadalhorce el cual ha alcanzado una salinidad elevada, que en las zonas más profundas supera a la del mar (las aguas salinas son más densas y tienden a hundirse en el fondo, mientras que las dulces que entran al embalse se acumulan en la superficie, en un efecto denominado la trampa de salinidad o de densidad). La salinidad es debida a yesos y sodio entre otras sales. Las aguas que salen del manantial de los Meliones pueden llegar a duplicar la salinidad marina en función de las condiciones ambientales.

En la laguna de Fuente de Piedra la salinidad parece provenir esencialmente de las capas profundas de suelo (arcillas rojas del Trías de Antequera) que sirven de base a materiales más modernos del mioceno, que han sufrido un proceso secundario de salinización y son los que funcionan como acuífero. Las lluvias llevan los freáticos a la superficie y las aguas disuelven las sales del sustrato formándose así la lámina de agua salina. Conforme avanza el verano y aumenta la evaporación el nivel de salinidad aumenta, hasta alcanzar unas condiciones de salinidad que permiten solo la vida de organismos extremófilos (adaptados a vivir en condiciones de vida extremas). Estas algas forman unas películas sobre el fango de la laguna que sirve de alimento a los flamencos.


En futuras entradas os hablaré algo más sobre los karst sobre yesos andaluces, que forman unos espacios de extraordinaria belleza y de un valor ecológico incalculable.

lunes, 19 de mayo de 2014

Las sierras del Hacho de Pizarra y Álora.

Uno de los pasiajes más curiosos de toda la provincia de Málaga lo componen las sierras de los Hacho de Pizarra y Álora, constituidas por paredes casi verticales y laderas de pronunciadas pendientes, en las que son frecuentes los derrumbes y los grandes bloques desprendidos, que conforman un paisaje muy interesante.


El Hacho de Pizarra. Sobre las arcillas claras se realiza una reforestación de pino carrasco, que no es autóctono, pero que cumple el objetivo de retener suelo y frenar las avenidas de lodo. Más altas aparecen las areniscas oscuras, más modernas.

Estos montes, con forma de meseta, están constituidos por areniscas y conglomerados y se depositaron durante todo el mioceno (aproximadamente comenzó hace 23 millones de años y terminó hace 5 millones de años). Materiales similares, además de en los Hacho, aparecen en la Sierra Llana de Cártama, entre los municipios de Cártama y Alhaurín de la Torre, entre las barriadas de Doña Ana y La Fuensanta, además de en las inmediaciones del embalse Conde del Guadalhorce, entre los municipios de Ardales y Teba, aunque ya aquí la naturaleza de los depósitos es diferente, se torna más clara y algo más margosa, y se extienden hasta rodear la cara norte de la Serranía de Ronda (Cañete La Real) y ya en Cádiz Setenil y Alcalá del Valle, por poner ejemplos, aunque como os digo, ya aquí la naturaleza de los materiales es diferente aunque sean similares en cuanto a edad y los procesos que les dieron lugar.

Álora, rodeada en las zonas bajas de arcillas, dedicadas al cultivo de secano se sitúa al pie de su propio Hacho, también de paredes casi verticales.

En la zona del Guadalhorce (hasta Ardales) estos materiales del mioceno son de influencia maláguide y en menor medida alpujárride. Mayoritariamente estos complejos están constituidos por materiales oscuros, ricos en biotina, esquistosos, con granates, andalucita, y frecuentemente calcáreos.

Detalle de una pared casi vertical de areniscas.

Detalle de una pared vertical de Conglomerados, en los que llegan a aparecer grandes bloques (piedemonte fosilizado) Estas rocas son en su inmensa mayoría maláguides.

Aunque la historia geológica de la zona es muy compleja, puede resumirse de la siguiente manera. Cuando se origina la orogenia alpina, a finales del cretácico, hace 65 millones de años, durante el paloógeno, los materialkes maláguides y alpujárrides formaban parte de la placa de Alborán, que colisionó con la placa Ibérica, de manera que estos materiales originalmente sedimentarios, sufrieron fuertes procesos de deformación y metamorfismo, especialmente los alpujárrides, que los hicieron aflorar de las aguas marinas, constituyendo una zona de islas. En los fondos marinos profundos, durante el eoceno y oligoceno se depositan materiales turbidíticos, los conocidos como Flysch del campo de Gibraltar o unidades Tecto-Sedimentarias, que se componen de materiales arcillosos y arenosos, que forman capas que se suceden (estos son los materiales que se encuentran en amplias zonas del valle del Guadalhorce, en Coín, Pizarra, Álora, Cártama, Casarabonela…) que son de naturaleza clara, amarillenta. Estos materiales reciben los depósitos de otros más oscuros, más modernos, que los entierran. Estos materiales son los que conforman las paredes de los Hacho, las areniscas, molasas y conglomerados bioclásticos del mioceno. Posteriormente, los reajustes hidrostáticos y las presiones que siguen hoy día elevando la Sierra de las Nieves, reactivaron los relieves de los materiales maláguides y alpujárrides, y  producen la elevación de todo el complejo, que da lugar la emersión de estos materiales hasta unas alturas de más de 400 metros que ocupan hoy.





Los materiales oscuros se depositaron en un mar con clima seco, desértico o semi desértico, posiblemente parecido al actual, pero con episodios más secos.

Sin ninguna duda estos materiales tuvieron una extensión mucho mayor en el pasado, pero la erosión los ha recluido a las zonas indicadas. Además, como curiosidad, añadir que las areniscas que forman estos montículos elevados, se componen de unos granos que si se descementan (si se disgregasen), son idénticos a los que hoy día aparecen en las playas malagueñas.

El mucicipio de pizarra se sitúa sobre las arcillas del aljibe, al pie de las molasas y areniscas del mioceno.

Estas areniscas y conglomerados dan lugar a suelos muy porosos y secos, pero que con el paso del tiempo tienen buen rendimiento en arcillas y sobre ellos debería desarrollarse un bosque de encinas (abundan los materiales calcáreos y los suelos son básicos) acompañadas de coscojas, algarrobos, acebuches, palmitos, lentisco, durillo, jaras, retamas y aromáticas.
Sobre los materiales más claros que les sirven de base, las arcillas y areniscas del Aljibe, debería desarrollarse un espeso acebuchal. Sobre estos materiales pueden llegar a aparecen vertisoles, que son unos suelos aptos para los acebuches y retamas. El acebuchal actualmente se encuentra “domesticado” y adehesado en olivar.




Como última curiosidad destacar la gran abundancia de fósiles que presentan las areniscas oscuras del Hacho, especialmente ricas en pectínidos (moluscos de aspecto similar a los berberechos y conchas finas).

jueves, 15 de mayo de 2014

El Torcal: Insostenibilidad aplicada a la gestión de espacios naturales.

El Torcal de Antequera es uno de los espacios de mayor interés geológico, botánico y zoológico de toda la Península Ibérica. Con 20 kilómetros cuadrados de superficie. Entre sus rocas nos sumergimos en un recorrido por la evolución geomorfológica del sur de Europa y nos encontramos con un pequeño universo de biodiversidad constituido por un gran número de especies vegetales endémicas. Se han catalogado 664 especies de plantas, 12 especies de líquenes, 77 de Briofitos (musgos y hepáticas) y 10 de Pteridofitos (helechos). El mundo animal está representado por 128 especies. 




El centro de visitantes de El Torcal Alto, así como las infraestructuras que lo acompañan, como el parking en el mismo centro y el que se encuentra a pie del camino de subida, están diseñados para dar “servicios” al mayor número posible de visitantes, que acuden en masa especialmente los fines de semana. Hasta de una cafetería que ofrece menús dispone el visitante.

La visita a este espacio de tan delicada ecología se ha convertido en un divertimento, como cualquier otra visita turística, sin que medie ningún tipo de interés ecológico, más allá de la mera contemplación del paisaje. El visitante se marchará sin tener ni la más remota idea de qué es lo que ha visitado y tras de sí habrá dejado basura, pisado alguna planta, arrancado alguna piedra… habrá ocasionado algún pequeño impacto, lo que es casi inevitable. La suma de esos pequeños impactos realizados por ese enorme número de visitantes ya sí que supone algo preocupante. Y me pregunto, ¿qué beneficio obtiene la población del lugar, tanto de Villanueva de la Concepción como de Antequera, de la masificación de este paraje natural?

El modelo de gestión parece que prima “rentabilizar” al máximo la inversión realizada en el monstruoso centro de interpretación, que tiene una arquitectura y unas dimensiones nada recomendables con el lugar en el que se enclava, así como las enormes explanadas de parking construidas, como no, con alquitrán, para hacer lo más cómoda posible la visita del turista. Aquí las medidas de integración paisajística, de mitigación de los impactos visuales y de corrección de los impactos brillan por su ausencia, es más, al visitante senderista perezoso, se le ofrece un autobús (son dos microbuses los que se turan con viajes cada 10 minutos) para que no tenga que recorrer el sendero de  unos 3 km que separa la zona de parking inferior del paraje.




Bajo mi punto de vista este modelo de gestión es un verdadero desastre y se están causando graves daños a una rica y muy delicada vegetación así como a la fauna. No tiene sentido que un ecosistema tan delicado no tenga un control sobre el número de visitas, que deberían limitarse de alguna manera. Igualmente resulta increíble que se permita al ganado vacuno pastar dentro de la zona protegida (no he sido testigo del pasto del ganado caprino, pero seguro que también ocurre).

Hay zonas ricas en fósiles que han sido totalmente destruidas. Estaban constituidas por limos fosilizados, que han sufrido agrietamiento y se han desprendido, de manera que ya los fósiles de ammonites no son reconocibles.




Es frecuente encontrar basura por el camino, especialmente entre grietas de las rocas y galerías: pañuelos, toallitas, envoltorios, servilletas, tampones y alguna cosa más adornan la visita del senderista responsable que sí quiere disfrutar del entorno natural. Las plantas pisadas, ramas quebradas, estiércol de vaca, también acompañan la ruta del senderista. Los gritos y el ruido de los grupos de visitantes amenizan la velada y sirven para garantizar que no nos cruzaremos con ningún animal peligroso, claro, tampoco inofensivo. El ruido llega a ser elevado, no es ninguna exageración.


La propia administración con su criterio totalmente absurdo ha puesto el germen para la destrucción del entorno.